Bajo el inclemente sol que abraza la tierra guajira se erige una lucha por la fuente natural de agua que se encuentra localizado en el corregimiento Cañaverales. Este afluente que emerge de la tierra cobija, no solo a una comunidad de pobladores, sino que también nutre a diversas especies que tienen su arraigo en dicho territorio.
Solo con el hecho de deambular en cualquier espacio que brinda los suelos de Cañaverales, o en su defecto, ver morir lentamente las horas en dicho territorio (fenómeno único de vivenciar en cualquier pueblo de provincia), refleja que la naturaleza presente se encuentra arraigada en su esplendor junto con los pobladores de ese corregimiento. Podríamos decir, entonces que existe una sinergia propia del territorio, en el que todas las posibilidades experiencias humanas se dan con y por la naturaleza presente en Cañaverales.
Algunos ejemplos que ilustran esta sinergia que hay entre los pobladores de Cañaverales y la naturaleza, se encuentra en espacios donde los campesinos y sus cosechas logran fluir con la corriente del manantial que persiste en las acequias que rodea la tierra cultivada. Una evidencia palpable (en todo el sentido de la palabra) es la yuca, el algodón y otros productos de la tierra que tienen su asidero en este espacio. Otro ejemplo, pero no menos importante, son aquellos espacios en los que vida humana se enriquece por las experiencias de vida que suceden alrededor de corrientes de agua que bañan toda vivencia que forjan a los individuos de este territorio. El canal de agua que rodea la experiencia educativa y el ocio es testigo de aquellas vidas con historia que se han edificado a través del tiempo.
El manantial de Cañaverales y sus afluentes que dan vida al corregimiento de Cañaverales es el denominador común de esta sinergia. Sin embargo, este ente vivo que otorga a las cosas de su alrededor un valor único encuentra en el capitalismo su peligro.
Aquella lógica instaurada en la modernidad en la que el ser humano no solo descubre la naturaleza que lo rodea, sino que también puede lograr controlarla y manipularla a su antojo para que ésta rinda utilidades, estableció en la ideología occidental una máxima que exige a todo sector económico tener dicha potestad sobre la naturaleza. Una especie de antropocentrismo se instaura en occidente, donde la dominación de las fuerzas naturales por medio de la ciencia y la técnica justifica el papel central del ser humano en todo el planeta tierra.
La minería es un ejemplo fehaciente de cómo aquel vestigio histórico que se da en occidente por medio del giro copernicano dado por Kant ha permanecido inalterable hasta el día de hoy. Pues la condición humana encuentra en la ciencia y la técnica (ambas construcciones de la razón) la justificación de su proceder con respecto a los recursos naturales. Por ello no es de esperarse que ante el mercado y la sociedad se encuentren posturas como las siguientes: “tenemos estudios amigables con el medioambiente para garantizar una explotación controlada” o “al momento de garantizar una reserva natural dentro del marco legal, entonces se justifica la explotación de recursos naturales que traerá progreso a la sociedad”
Tales aseveraciones sedimentadas sobre una inconsciencia ambiental y ajena al tiempo que estamos viviendo, son de un sistema capitalista ajeno a las necesidades de una sociedad global al borde del cataclismo ambiental y una postura arcaica que desde el siglo pasado se encuentra en crisis.
Lo que no tiene nuestra civilización es una teoría ecológica fundamentada para resistir los embates del mercado capitalista.
El corregimiento de Cañaverales y el manantial que lo preside ha sido víctima de la minería, el sistema capitalista, y una lógica del mercado arcaica que no establece ningún tipo de beneficio para las vidas de los pobladores de tal corregimiento. Esos pobladores que históricamente han hallado la armonía con el entorno natural dado por ese importante afluente en el sur de la Guajira. He ahí la razón de por qué sus habitantes luchan por su territorio y establecen mecanismos de resistencia propias de seres que han hecho consciente la vida de ese ente vivo que representa el manantial. Puesto que, sin él, ellos no son nada.
Ahora bien, no espero que estas reflexiones que reconocen una vida, una lucha y un territorio no posea en su seno una acción propositiva que sume a estas voces, sino más bien todo lo contrario. Estas reflexiones van encaminadas a establecer una ruta ética y filosófica en la cual el corregimiento de Cañaverales podría orientarse para que, en su lucha, exista un acervo vital en cada una de las acciones de su gente.
Arne Naess es un filósofo que, alejado de nuestra civilización, sin conocer las cosmovisiones indígenas de estos lugares y desconociendo nuestras luchas, asumía una perspectiva ecológica en la que todo el planeta es una unidad básica y cada ser vivo que hay en él, tiene un valor intrínseco. Cualquier parecido con los habitantes de la Sierra Nevada, la alta Guajira, Cañaverales, el Amazonas, etc., que defienden sus territorios apelando que los recursos naturales poseen tal valor es mera coincidencia. Lo que no tiene nuestra civilización es una teoría ecológica fundamentada tal como la que realizó el filósofo noruego y por supuesto éste no tuvo que enfrentarse la imposición capitalista del mercado en el tercer mundo.
A pesar de estas diferencias esbozadas superficialmente, entre nuestra cosmovisión y la teoría ecológica de Arne Naess, encuentro en su fundamentación una ayuda para dirigir nuestras acciones ambientales de una manera mucho más conscientes. La razón de esto se debe a lo siguiente: primero, la perspectiva ecológica de Arne Naess apela a una ecología profunda, en la que los problemas ambientales se deben solucionar de raíz, por ejemplo, no es tener mejor tecnología para purificar el aire de la polución, sino atacar directamente la causas de dicho fenómeno, o, no es que los recursos de la tierra se encuentren para explotarlos y dependiendo de la cantidad que hay de éste, su valor comercial oscilará en el mercado, sino más bien entender que los recursos naturales más que utilidades, son más bien formas de vida que coexisten con nosotros; segundo, la propuesta de Arne Naess no se encuentra muy alejada de las luchas políticas por los recursos del planeta, sino que más bien que los empodera, les da un valor el cual ayuda a justificar todo acto de resistencia.
Por ello mismo tales prácticas dadas por el sistema instaurado aborrecen y silencian movimientos de resistencia que buscan la defensa del territorio y sus recursos naturales. Empero, así mismo, creo que esos movimientos de resistencia junto con una perspectiva ecológica como la dada por Arne Naess, puede garantizar en la lucha con mayor fuerza, porque no solo se está defendiendo el territorio en el que se habita, sino que también se está defendiendo el valor intrínseco que existe en aquellos recursos naturales que permean nuestra existencia.
En este sentido, la ecología profunda apela a los siguientes principios para dar cumplimiento su visión:
- El bienestar y el florecimiento de la vida humana y no humana en Tierra tienen valor en sí mismos (sinónimos: valor intrínseco, valor inherente valor). Estos valores son independientes de la utilidad del mundo no humano para los fines humanos.
- La riqueza y la diversidad de formas de vida contribuyen a la relación de estos valores y son también valores en sí mismos.
- Los seres humanos no tienen derecho a reducir esta riqueza y diversidad, salvo para satisfacer necesidades vitales.
- El florecimiento de la vida y las culturas humanas es compatible con una disminución sustancial de la población humana. El florecimiento de la vida no humana requiere esa disminución.
- La actual interferencia humana con el mundo no humano es excesiva y la situación está empeorando rápidamente.
- Por lo tanto, hay que cambiar las políticas. Estas políticas afectan a las estructuras económicas, tecnológicas e ideológicas básicas. El estado de cosas resultante será profundamente diferente del actual.
- El cambio ideológico es principalmente el de apreciar la calidad de vida (vivir en situaciones de valor inherente) en lugar de adherirse a un nivel de vida cada vez más alto. Habrá una profunda conciencia de la diferencia entre lo grande y lo estupendo.
- Quienes suscriben los puntos anteriores tienen la obligación, directa o indirectamente, de tratar de aplicar los cambios necesarios. Es este principio el que pone de manifiesto la importancia del cuestionamiento profundo como proceso por el que seguir/desarrollar/actuar los demás principios.
Si bien la ejecución de cada uno de estos principios se refiere en sí mismos a una visión eco-céntrica del planeta tierra. No quiere significar que ningún movimiento, comunidad o territorio deba cumplirlo a cabalidad para demostrar que posee una perspectiva ecológica profunda. Pues como se notará algunos de los principios mencionados soslayan en la utopía de una sociedad consciente de esos valores que tienen cada uno de los recursos presentes en nuestro planeta tierra. Labor no imposible, pero si difícil en nuestro contexto; cruel y nefasto con la humanidad y la naturaleza desde tiempos de la colonia.[1] Una realidad donde la lógica del mercado y el beneplácito de un capitalismo miope ante la condición ambiental y humana predomina sobre la perspectiva ecológica.
Escrito en julio del 2022
[1] Para ello solo hay que observar la radiografía hecha por Eduardo Galeano en su libro las venas abiertas de América Latina.